Existen una cantidad de patrones y comportamientos que nos determinan según el género al cual pertenecemos. Estos han sido establecidos por el sistema social en el cual nos encontramos inmersos y nos dan una idea de feminidad o masculinidad, de las opciones de ocupaciones que tenemos de acuerdo al género al cual pertenezcamos.
Esta diferenciación entre femenino y masculino, no puede ser considerada como sinónimo de varón y mujer o macho y hembra, pues estos implican componentes biológicos, anatómicos y sexuales, así como el intercambio sexual mismo. Y el masculino y femenino agrupa los componentes psicológicos, sociales y culturales que se le asignan a cada uno de ellos. En tal sentido, lo masculino y femenino no es una construcción biológica, sino más bien cultural y social, creada por el mismo “hombre”.
Pero esta distinción de géneros ha sido más decisiva para la mujer, pues ha conducido a la desigualdad y discriminación si se quiere. Condicionando la posibilidad de participación de la mujer en ciertas actividades, que desde tiempos remotos han sido “propias del hombre” por que éste así lo estableció socialmente.
Hoy día, se nos presentan retos más complejos que la mera diferenciación entre femenino/masculino, pues se han desarrollado nuevas formas o agrupaciones -por así decirlo- como: Homosexuales, y Transgénero, que en este momento pondrían en tela de juicio lo que tanto se criticó y defendió durante la Revolución Francesa: el principio de Igualdad y Libertad. De aquellos que independientemente de su sexualidad pueden definirse como masculinos o femeninos, y están siendo discriminados por su inclinación sexual, sobre todo en aquellas sociedades tan machistas, que no dan cabida a la posibilidad de tolerancia hacia estos individuos que a pesar de ser “diferentes” a lo que socialmente e históricamente estamos acostumbrado a ver, poseen los mismos derechos que cualquier ser humano. Pues la naturaleza humana nos ha hecho diferentes a todos, de lo contrario no cabria hablar de “individuo”.
Esta diferenciación entre femenino y masculino, no puede ser considerada como sinónimo de varón y mujer o macho y hembra, pues estos implican componentes biológicos, anatómicos y sexuales, así como el intercambio sexual mismo. Y el masculino y femenino agrupa los componentes psicológicos, sociales y culturales que se le asignan a cada uno de ellos. En tal sentido, lo masculino y femenino no es una construcción biológica, sino más bien cultural y social, creada por el mismo “hombre”.
Pero esta distinción de géneros ha sido más decisiva para la mujer, pues ha conducido a la desigualdad y discriminación si se quiere. Condicionando la posibilidad de participación de la mujer en ciertas actividades, que desde tiempos remotos han sido “propias del hombre” por que éste así lo estableció socialmente.
Hoy día, se nos presentan retos más complejos que la mera diferenciación entre femenino/masculino, pues se han desarrollado nuevas formas o agrupaciones -por así decirlo- como: Homosexuales, y Transgénero, que en este momento pondrían en tela de juicio lo que tanto se criticó y defendió durante la Revolución Francesa: el principio de Igualdad y Libertad. De aquellos que independientemente de su sexualidad pueden definirse como masculinos o femeninos, y están siendo discriminados por su inclinación sexual, sobre todo en aquellas sociedades tan machistas, que no dan cabida a la posibilidad de tolerancia hacia estos individuos que a pesar de ser “diferentes” a lo que socialmente e históricamente estamos acostumbrado a ver, poseen los mismos derechos que cualquier ser humano. Pues la naturaleza humana nos ha hecho diferentes a todos, de lo contrario no cabria hablar de “individuo”.
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